Tanto mujeres como hombres pueden sufrir de mobbing, razón por la cual es necesario establecer políticas objetivas que los respalden por igual.
Uno de los temas más delicados a tratar en las organizaciones es el acoso laboral, también conocido como mobbing. Para atenderlo, las empresas primero tienen que saber cómo se presenta, ya que se puede dar de diferentes formas de acuerdo con las conductas de las personas, el entorno laboral y las dinámicas del día a día.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define al acoso laboral como “la acción verbal o psicológica de índole sistemática, repetida o persistente por la que, en el lugar de trabajo o en conexión con el trabajo, una persona o un grupo de personas hiere a una víctima, la humilla, ofende o amedrenta”.
Estas acciones y conductas están fundamentadas por diversas causas, destaca la OCC Mundial, como el deseo de que una persona renuncie al trabajo, sea despedida o trabaje con miedo, inseguridad, frustración y falta de ánimo.
Las maneras más frecuentes en las que se presenta, de acuerdo con Grupo Ático 34, son las siguientes:
Debido a que el acoso laboral puede ser hacia mujeres y hombres sin importar su edad y jerarquía, las organizaciones tienen que trabajar en políticas objetivas que respalden a los colaboradores por igual, además de regirse bajo el enfoque de cero tolerancia. Por ello, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) sugiere cuatro directrices de acción: