De acuerdo con un experto, la adicción al trabajo combina dos patrones negativos: el compulsivo y el de afectaciones en la salud y las relaciones.
El balance entre el trabajo y la vida personal no es un lujo, sino una necesidad para que los colaboradores tengan buenos niveles de felicidad y, por lo tanto, productividad e incluso interés y entusiasmo en el quehacer diario en una organización. Pero, ¿qué ocurre cuando esto no es así y los empleados terminan siendo adictos al trabajo?
Los workaholics, como son llamadas las personas adictas al trabajo, desarrollan prácticas que ponen en riesgo su salud en general, ya que tienen un desgaste físico, mental y emocional que puede incluso ocasionar otras adicciones como a la cafeína, alcohol o sustancias tóxicas.
De hecho, MVS Noticias cita a Joaquín Terrazas, experto en Alta Dirección, quien indica que la adicción al trabajo combina dos patrones de conducta negativos:
El sitio Reinventate con Beatriz destaca la importancia de poner límites, lo cual se hace más “fácil” cuando las personas entienden por qué son importantes implementarlos. Y con esto se refiere a que las personas tienen que comprender que lo más importante es estar sano en todos los sentidos.
Para conseguirlo, lo principal es que los empleados se valoren y respeten su tiempo. Sumado a esto, el Fondo Solidario Unab sugiere trabajar en lo siguiente:
Cambiar de rutina puede resultar complejo, sobre todo cuando las personas están acostumbradas a ritmos de vida dinámicos y ocupados, como ocurre con los workaholics. Sin embargo, es una responsabilidad que deben asumir, contemplado los numerosos beneficios que implica, empezando por la salud.