Salud mental, ¿la nueva pandemia tras el Covid-19?
La OMS indica que los casos de trastornos mentales aumentaron por la crisis sanitaria, así que la nueva urgencia es atender a estas personas.
La crisis sanitaria ha significado un antes y un después. Y un tema latente es la salud mental, ya que los expertos indican que hubo un aumento de padecimientos relacionados a ésta. Por ello, esta sería la nueva crisis que se enfrenta a nivel mundial.
De acuerdo ISGlobal, la emergencia sanitaria generó cambios “abruptos en los hábitos diarios”, ya que las personas empezaron a vivir tres situaciones críticas:
- Surgió el miedo a contagiarse, ante toda la información desmesurada y el acelerado aumento de casos a nivel mundial
- Se desconectaron de la naturaleza, que ayuda a disminuir los niveles de estrés y ansiedad
- Se modificaron los roles familiares debido a la educación en línea, el teletrabajo e incluso el desempleo, causando mayores desafíos porque las personas se encontraron ante un panorama sin precedentes
Se trata de puntos clave que hicieron que los casos de padecimientos de trastornos de salud mental incrementaran continuamente debido al largo periodo que se mantuvo el confinamiento. Adicionalmente, hay otros dos casos importantes:
- La violencia doméstica, que se asocia con un riesgo 2-3 veces mayor de depresión y ansiedad en las mujeres supervivientes12, además de que es el factor más asociado con el suicidio en menores de edad.
- El síndrome de burnout, que se asocia con “la exposición prolongada a situaciones de estrés por factores como una excesiva carga de trabajo, falta de motivación y reconocimiento y unos compañeros o un ambiente de trabajo tóxicos”, indica El País.
Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la pandemia alteró e interrumpió los servicios críticos de la salud mental en 9 de cada 10 países del mundo, pero igual aumentó la demanda de apoyo.
Esto enfatiza la urgencia de aumentar los recursos financieros, sobre todo porque previo a la pandemia los países invertían menos del 2% de sus presupuestos sanitarios en salud mental, de modo que el 85% de las personas con trastornos de la salud mental no recibían tratamiento en los países de ingresos bajos y medios.
