

Si hablamos de desafíos, sin duda, la pandemia nos ha retado en todos los aspectos de la vida; decirlo es una cosa, pero vivirlo es totalmente diferente. En este escenario tan diferente, caracterizado por desgaste físico, emocional, mental y espiritual, me surge la inquietud de si realmente podemos vivir en bienestar.
En un escenario congestionado, lo que pareciera tener prioridad es cómo sobrevivir a costa de lo que sea, inclusive de nosotros mismos. Sin embargo, el bienestar es un tema de profunda reflexión; sin él, no vamos a conseguir el equilibrio necesario para sostener un estado anímico que nos permita transitar este o cualquier otro camino.
La mayoría de las veces, al menos en mi caso, tengo un día repleto de actividades, aprovechando cada segundo del día. Pero confieso que en este período he internalizado la importancia de hacer espacios que me conecten con el bienestar, inclusive si no sale de manera natural, forzarlo hasta que de alguna manera se incorpore en nuestra vida como un hábito.
Bienestar es una palabra compuesta que se forma a partir del sustantivo bien, del latín bene, y del verbo estar, del latín stare. El bienestar no sólo incluye sentir satisfacción en el plano material, también tiene que ver con el desarrollo del espacio emocional, que al final es la columna vertebral que nos permitirá mantenernos con energía positiva para seguir surfeando la ola.
El bienestar conecta con la felicidad, y si bien el contexto mundial de hoy es diferente, retador y repleto de incertidumbre, cultivar nuestro mundo interior es fundamental para vivir con una energía de plenitud. ¡Vamos por nuestro bienestar!