Controlar lo incontrolable
Por: Leonardo Tejeda Benavides
El acrónimo VICA (o VUCA, en inglés), que ha estado en boga durante los últimos años en el medio empresarial, tiene su origen en el contexto bélico. El ejército de los Estados Unidos comenzó a usarlo para referirse a la manera como las milicias enemigas empezaron a actuar de forma distinta respecto a como sucedía hasta antes del final de la Guerra Fría, al identificar que los entornos de combate se habían vuelto volátiles, impredecibles, complejos y ambiguos. Desde entonces, las guerras se volvieron más sofisticadas.
Al importar este acrónimo a la vida de las compañías, los paralelismos entre los conflictos armados y las dinámicas empresariales resultaron ser cercanos. Para ganar la “guerra” dentro de los mercados y frente a los competidores ya no es suficiente tener un gran producto o servicio ni contar con una oferta competitiva. Hoy, los factores que determinan el éxito de los negocios, en muchos casos, están fuera del alcance o del control de las empresas. Además, la velocidad con la que se mueve y se transforma la vida de las compañías, así como los contextos en los que operan, hace que resulte difícil tomar decisiones con precisión.
Por eso, presentamos algunas recomendaciones para comenzar a enfrentar con mayor valor y certeza estos entornos tan cambiantes, letra por letra del acrónimo.
- Volatilidad. Inestabilidad comprensible. Un ejemplo de la volatilidad es la bolsa de valores. Muchos pueden pensar que se trata de algo tan complicado que sólo los expertos en el mundo bursátil logran dominarlo, pero, en realidad, la bolsa es un sistema que, si bien es inestable, tiene reglas y factores que se pueden entender, manipular y aprovechar. Lo mismo sucede con los negocios. Se trata de hacer un esfuerzo por identificar cuáles de los factores que afectan a nuestra organización son volátiles para empezar a estudiarlos y entenderlos, de forma que puedan ser usados a favor.
- Incertidumbre. Escaso conocimiento de las causas. Lo incierto tiene algo de cierto. La incertidumbre en las empresas proviene del poco conocimiento de aquello que les afecta, pero que saben que deberían conocer. Un ejemplo del mundo cotidiano es la pandemia por el Covid19, en la que, paulatinamente, han aparecido nuevos elementos que influyen en la llegada de su eventual conclusión, pero lo que sí es seguro es que ha de terminarse algún día, sólo que es incierto cuándo o cómo. En la empresa, conviene dedicar recursos para hacerse de información que permita comprender mejor eso que sabemos que puede incidir en la concreción de los objetivos, a fin de tomar mejores decisiones.
- Complejidad. Variables interdependientes. ¿Qué pasa cuando hay un accidente automovilístico en alguna avenida importante de una gran ciudad a la hora pico? Para quienes llevan suficiente tiempo viviendo en esa ciudad no será difícil predecir las consecuencias y evitarán las vías que saben que estarán colapsadas. De manera similar sucede en los entornos empresariales. Cuando no se conocen profundamente las variables que determinan el funcionamiento de un sistema y cómo se altera cuando alguna de ellas cambia, no se pueden tomar buenas decisiones. Es por ello que, para restarle complejidad a lo que determine los resultados de nuestra organización, es necesario contar con colaboradores que tengan la experiencia o el conocimiento suficiente para dominar esas variables.
- Ambigüedad. Alto desconocimiento. Debido a los acontecimientos que han acelerado los cambios en las condiciones de negocio que conocemos y dominamos, muchas empresas han enfrentado la angustiante sensación de no saber si algo ocurrirá o no. La ambigüedad, lo que es altamente incierto, es el factor más difícil de asumir en cualquier contexto, pero no es algo implacable. A fin de enfrentarla, la mejor solución es idear métodos para captar información de aquello que desconocemos y así, poco a poco, a partir de analizar los datos, ser capaces de entender y predecir lo que antes parecía incomprensible.
