Las voces del pensamiento y su impacto en el exterior

Las voces del pensamiento y su impacto en el exterior

Por: Carolina García Carrasco

¿Has escuchado alguna de estas expresiones o tú mismo las has dicho? “Mi jefe me habló en tono molesto, seguro está enojado conmigo”, “si no consigo el ascenso, es porque soy un fracaso”, “estoy seguro de que le caigo mal a mis compañeros”. Estos y muchos otros pensamientos más son comunes en los diferentes contextos en los que interactuamos, desde los escenarios laborales hasta los personales.

Estos son ejemplos de errores del pensamiento y se generan ante una interpretación equívoca de la realidad, que llamamos distorsiones cognoscitivas. Generan pensamientos automáticos, ideas espontáneas y breves, de las cuales muchas veces tenemos poca conciencia, pero que ocasionan un impacto negativo en cómo nos sentimos y actuamos.  Algunas de sus consecuencias son ansiedad, miedo, tristeza, deterioro en las relaciones con los demás, por mencionar.

Interpretaciones y no hechos

La mayoría de las veces nos molestamos más por lo que [mal] interpretamos de una situación que por lo que sucede en realidad. Un ejemplo común es que muchas personas suponen que su conversación no le importa al otro porque las dejaron en visto; a esto le sigue una sensación de malestar, como el enojo, y luego un conflicto con el otro que llega a reproches y discusiones. Nos enojamos por lo que creemos, dándolo por cierto sin evidencias. La realidad podría ser que nuestro interlocutor estaba ocupado en ese momento y no nos ignoró a propósito como creemos.

Los pensamientos pesimistas e ilógicos nos conducen a estados de ánimo y conductas negativas con nosotros mismos y los demás mediante sentimiento de autoderrota, venganza y alejamiento. La incidencia de este tipo de pensamientos tiene repercusiones importantes. En el trabajo, pueden ser un elemento detonante para comenzar a gestar un mal clima laboral, bajar la productividad, elevar los niveles de estrés y entorpecer el desempeño.

Lo bueno es que los patrones de pensamiento negativo son modificables. Para ello, debemos estar alertas de las situaciones que nos generan malestar y el significado o interpretación que les estamos dando: pensamientos y emociones relacionadas. Así que no caigamos en la trampa, no tomemos como verdaderos este tipo de pensamientos, aun cuando parezcan correctos o razonables. Detengámonos, analicémoslos y busquemos evidencias que los respalden. No hagamos suposiciones y, en medida de lo posible, tratemos de clarificar y precisar los eventos del entorno.

Referencia: Inteligencia Emocional en práctica, manual para el éxito personal y organizacional. Daniel Gil, 2000

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