La compañía de coworking WeWork, en otro giro sorprendente, se ha declarado en bancarrota ante un tribunal federal de Estados Unidos este lunes. Sin embargo, aclaró que sus operaciones en distintas partes del mundo, incluyendo México, no se verán afectadas por esta medida.
WeWork, pionera en el concepto de coworking (oficina compartida), ha experimentado una montaña rusa financiera desde su intento de oferta pública inicial en 2019 y las consecuencias de la pandemia de COVID-19.
Esta declaración de bancarrota marca otro hito en la tumultuosa historia de la empresa, planteando preguntas sobre su viabilidad futura y el impacto en la industria del coworking en general.
De acuerdo con El Financiero, la solicitud de quiebra presentada en Nueva Jersey revela que WeWork tiene activos y pasivos que oscilan entre 10 mil millones y 50 mil millones de dólares. Esta acción, bajo el Capítulo 11 del país, permite que WeWork continúe operando mientras elabora un plan para abordar sus deudas y reestructurar su enfoque empresarial.
La empresa, que entró a Bolsa con una capitalización de casi 7 mil millones de dólares, ha perdido 6 mil 881 millones de dólares en valor bursátil desde sus máximos y hoy su acción vale menos de un dólar.
De acuerdo con el mismo sitio, a principios de este año, WeWork llegó a un amplio acuerdo de reestructuración de deuda. Sin embargo, la empresa volvió a encontrarse con dificultades y, en agosto, expresó “dudas sustanciales” sobre su capacidad para seguir operando.
Poco después, anunció la renegociación de casi todos sus contratos de arrendamiento y la retirada de ubicaciones consideradas de “bajo rendimiento”.
A pesar de tener presencia en 777 ubicaciones en 39 países hasta junio de 2023, con niveles de ocupación cercanos a los de 2019, WeWork aún no ha logrado ser rentable.
La pandemia de COVID-19 también ha impactado a otras empresas de espacios de oficinas compartidos, alterando los hábitos de trabajo y llevando a la bancarrota a compañías como Knotel y subsidiarias de IWG Plc en años anteriores.
La declaración de quiebra de WeWork refleja los desafíos continuos que enfrenta la industria en la nueva normalidad laboral, así como el cambio en las necesidades de los talentos.