Mentalidad negativa: características y cómo tornarla positiva
La mente consciente hace entre el 1 y 5% del trabajo mental, mientras que la mente subconsciente se carga del 95 y 99% de lo que se piensa, dice, hace y se siente.
Dicen que el poder de la mente es infinito y que tiene un fuerte impacto en las acciones, y por ello es importante tener una mentalidad positiva. Sin embargo, muchos colaboradores tienen dificultades para canalizar los pensamientos, lo que hace que predomine la mentalidad negativa.
El biólogo Bruce Lipton, en su libro La biología de la creencia, expone que la mente consciente sólo realiza entre el 1 y 5% del trabajo mental, mientras que la mente subconsciente se encarga del 95 al 99% de lo que se piensa, dice, hace y se siente.
Entonces, ¿qué ocurre cuando la mentalidad es negativa? El portal Psicología y Mente explica que, por excelencia, el pesimismo es el pilar de la negatividad, que repercute en la vida en general de las personas, así como en sus entornos. Esto quiere decir que una mente negativa tiene el poder de dañar o afectar a todo un ecosistema social.
Adicionalmente, comparte las principales características de las personas con este tipo de mentalidad:
- Se quejan y lamentan constantemente en vez de tomar cartas en el asunto.
- No saben enfrentar el cambio por temor a enfrentar lo que implica, como salir de la zona de comodidad y enfrentar adversidades, lo que evita que no logren sus metas.
- No son objetivas y se toman las cosas de manera personal, incluyendo cuestiones que no pueden cambiar.
- Le dan importancia a lo que la gente piensa de ellas, de modo que su felicidad depende de factores externos.
- Culpan a otros de sus errores o fallas, además de que les cuesta aceptar la crítica constructiva.
Los hábitos se construyen a partir de la mentalidad, la cual se puede mejorar e incluso pasar de negativa a positiva mediante acciones y ejercicios, destaca Entrepreneur. Algunas opciones son las siguientes:
- Identificar las cualidades y defectos para tomar consciencia de ambos, aprovechar las primeras y trabajar en los segundos.
- Ser generoso, de entrada, con uno mismo para lograr serlo con los demás.
- Aceptar que las personas son diferentes y eso está bien, pero, principalmente, valorarse y dejar de ver a las personas como competencia o enemigas.
- Aprender a decir “no lo sé” y pedir ayuda, acciones que no significan debilidad, ya que, por lo contrario, hablar del nivel de madurez.
- Aprender a identificar las emociones y llamarlas por su nombre, es decir, trabajar en la inteligencia emocional.
