Los componentes de la inteligencia emocional

Los componentes de la inteligencia emocional

La inteligencia emocional es la que nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo, acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social que nos brindará más posibilidades de desarrollo personal.

La inteligencia emocional es una de las competencias esenciales para el desarrollo evolutivo y de madurez de las personas, en el ámbito laboral, social y en la relación con nosotros mismos. Esto la ha convertido en uno de los skills más buscados entre los profesionales.

¿Qué la compone?

Este tipo de inteligencia está compuesta por 5 elementos, los cuales son:

      • Trabajar en nuestro propio autoconocimiento, es la base para reconocer nuestras fortalezas y debilidades y, de este modo, llegar a nuestras necesidades desde una perspectiva honesta con autoconciencia.

 

      • Autogestión. Participar de manera activa al desarrollo de la organización y funcionamiento empresarial.

 

      • Motivación. Buscar nuevos desafíos y promover la satisfacción por el trabajo bien hecho. Esto hace que las personas sean más conscientes del momento presente.

 

      • Empatía. Reconocer y entender los actos y opiniones de los diferentes miembros del equipo, además establecer buenos lazos en la relación entre compañeros para valorar la implicación de los empleados hacia la empresa.

 

      • Habilidades sociales. Construir una base sólida en nuestro entorno laboral y social. Este será un elemento imprescindible para poder llevar a cabo cualquiera de las definiciones anteriores.

Trabajar en nuestro propio desarrollo genera un mayor entrenamiento de las habilidades blandas (soft skills), ya consideradas como una característica primordial para buenos líderes de hoy en día.

Por eso la creatividad, la innovación, el pensamiento crítico, el trabajo en equipo y de colaboración, el trabajar en nuestra comunicación de forma asertiva, la concentración, la capacidad de organización, la flexibilidad y adaptabilidad a las circunstancias, entre otras habilidades, nos aportan un incremento en el desarrollo del liderazgo, otorgándonos un mayor sentido de la responsabilidad y de formar parte del colectivo.

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