Experto indica que se trata de un alimento “poco nutritivo para todos”, así que la clave es optar por una comunicación efectiva y personalizada.
En comunicación, hay un elemento que nunca puede faltar en los procesos: la retroalimentación. Su objetivo es ser un canal para externar con claridad puntos de vista, destacar habilidades y abordar las áreas de oportunidad, y por eso es importante que los líderes la den con frecuencia, pero, ¿qué ocurre cuando en vez de eso llegan con el sándwich de retroalimentación?
Durante años, los jefes y líderes han recomendado usar el sándwich de retroalimentación, que consiste en exponer la crítica de manera constructiva; sin embargo, esto puede resultar contraproducente, indica Alejandro Ureña Amieva, especialista en Cultura del Bienestar, ya que se trata de “dos piezas de refuerzo positivo envueltas en una gruesa rebanada de crítica. Muy difícil de tragar y, en general, poco nutritivo para todos”.
De acuerdo con El Sensato, la receta de este sándwich es la siguiente:
Por lo tanto, “la carne constructiva se coloca en capas entre dos piezas de pan: alabanza”. El error es evidente: la sobrecarga de “alabanza”, ya que los jefes y líderes no dan mensajes claros, concisos y efectivos, lo que hace que la finalidad de una retroalimentación se pierda.
Pero esto no es todo, ya que recurrir a este recurso genera que los empleados se programen para una reunión, de modo que en el momento que hay comentarios “fuertes” los toman a mal, desechando la interacción y los mensajes que se han compartido.
Alejandro Ureña destaca que es común que en las organizaciones se brinda retroalimentación que no funciona y no genera resultados de negocio positivos, lo cual sólo afecta a la cultura y aproxima al equipo a un lugar poco agradable.
Para él, lo mejor es perder el miedo a dar mensajes claros, pero igual cuidar los filtros y la manera en la que se dicen las cosas. Adicionalmente, la clave es que la retroalimentación sea personalizada, para lo cual es necesario conocer a los colaboradores.