

Experto indica que es fácil confundir este estado con otras sensaciones. Pero, tras identificarlo, lo ideal para enfrentarlo es usar el concepto de flujo.
El desinterés, falta de ánimo y vacío son indicadores de que las cosas no están bien, aunque a veces las personas pueden considerarlas como sensaciones normales o habituales. Pero este conjunto (de sensaciones) responde a la languidez, que es de los principales síntomas que ha incrementado con la pandemia y manifiesta la ausencia del bienestar.
El sociólogo y psicólogo Corey Keyes fue quien introdujo el término, al cual define como “un estado en el que un individuo carece de emoción positiva hacia la vida y no está funcionando bien ni psicológica ni socialmente”.
Adam Grant, psicólogo organizacional en Wharton Universidad de Pensilvania, indica que las personas pueden confundirlo con diferentes sensaciones como aburrimiento o fastidio. Sin embargo, al analizar qué pasa, las respuestas sólo conllevan a una resolución: languidez.
“Al principio, no reconocí los síntomas que todos estábamos experimentando. Mis amigos mencionaban que tenían problemas de concentración. Los colegas informaron que, incluso con las vacunas en el horizonte, no estaban entusiasmados con el año 2021”, comparte el también autor de Think Again: The Power of Knowing What You Don’t Know en The New York Times.
“No era agotamiento: aún teníamos energía. No era depresión: no nos sentíamos desesperados. Sólo nos sentíamos sin alegría y sin rumbo. Resulta que hay un nombre para eso: languidecer”.
En psicología, la mejor manera de mejorar la inteligencia emocional es identificando los sentimientos, llamarlos por su nombre y saber qué los genera o “enciende”. En el caso de languidecer, lo correcto es hacer lo mismo: llamar a este estado por su nombre, dejando de lado los prejuicios personales, laborales y sociales. Y, claro, aprendiendo a identificarlo y diferenciarlo de otras sensaciones.
Adicionalmente, Adam Grant recomienda aplicar el concepto de flujo, que consiste, como dice la misma palabra, fluir con las situaciones y no dejarse estancar, es decir, continuar con las actividades programas como trabajar, desarrollar un proyecto, hacer ejercicio e ir al supermercado.
La mejoría no será inmediata, pero sí habrá una diferencia paulatina, de modo que la acción es la principal invitación para no languidecer en ningún sentido.