3 leyes para gestionar el tiempo

3 leyes para gestionar el tiempo

Administrarse puede ser un reto, así que la clave es definir las necesidades y los objetivos para elegir un modelo que ayude a cumplir ambos aspectos.

Cuando se habla de tiempo, todo se resume en tenerlo y no tenerlo. En general, la administración del tiempo puede ser un reto continuo, ante las numerosas actividades e imprevistos que pueden y suelen surgir. Entonces, ¿qué se puede hacer al respecto?

Hay diversas opciones para gestionar el tiempo como crear una rutina, hacer listas diarias y calendarios semanales o mensuales. Sin embargo, también hay leyes que abordan este tema; entre estas, destacan tres:

        1. Ley de Pareto del 80/20. La desarrolló el economista italiano Vilfredo Federico Damaso Pareto en el siglo XIX, tras investigar que el 80% de la riqueza de su ciudad pertenecía al 20% de la población. En administración de tiempo, esto se resume en que el 80% de los resultados provienen del 20% de la acción y por ello la clave no es trabajar excesivamente, sino inteligentemente, es decir, decidir en qué se debe centrar la mayor atención, qué es más importante. 
        2. Ley del criterio ABC. Consiste en otorgarle a cada tarea un nivel de prioridad, con base en la importancia e impacto en los objetivos. De esta manera, las actividades A son aquellas que ayudan a estar más cerca de las metas, mientras que las B tiene un impacto mediano y las C no aportan verdaderamente para ese cumplimiento. 
        3. Ley de Illich. La presentó el pensador austríaco Iván Illich e indica que “después de un cierto número de horas, la productividad del tiempo invertido decrece primero y se hace negativa después”. Esto hizo que la ley igual sea nombrada como Ley de la productividad negativa a partir de cierto umbral, ya que enfatiza que trabajar de más no significa trabajar mejor; por lo tanto, las personas tiene que tomar en cuenta que la eficiencia disminuye cuanto más tiempo se dedique a hacer algo porque hay una excesiva saturación.

Cada ley se rige por un precepto diferente, lo cual permite que se adecúen a las necesidades de cada persona, que es el pilar al momento de elegir un método para administrar el tiempo.

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